lunes, 31 de diciembre de 2007

Robertson Davies: El quinto en discordia.

Si no conseguí convertirme en un perfecto erudito,
al menos es indiscutible que aprendí lo suficiente
como para convertirme en una molestia
para todos los que me rodeaban.

Dunstan Ramsay en El quinto en discordia, de Robertson Davies.


Un viejo profesor que narra su vida al director de cierta Universidad en Canadá, ha contado previamente sus intentos más bien fallidos de convertirse en un mago, pero más tarde:

“… dediqué tanto entusiasmo a convertirme en un erudito, como otrora había consagrado a ser prestidigitador… Resultó mucho más fácil: simplemente, me dedicaba a leer la enciclopedia de la biblioteca del pueblo, una edición de 1888 de la Chambers. Yo no era tan tonto que supusiera que podía leerla entera, de modo que leía los textos que me interesaban, y cuando descubría algo particularmente jugoso, devoraba cualquier artículo relacionado que pudiera encontrar. Me concentré en aquella enciclopedia con una tenacidad que me encantaría tener ahora, y si no conseguí convertirme en un perfecto erudito, al menos es indiscutible que aprendí lo suficiente como para convertirme en una molestia para todos los que me rodeaban.” (p. 69)

La Chambers de la que lee en su infancia el protagonista, no es la famosa Cyclopaedia de Ephraim Chambers que supuestamente iba a traducir Diderot antes de emprender su propio proyecto enciclopédico, sino la enciclopedia Chambers de Robert and William Chambers, cuya primera edición en 10 volúmenes se publicó entre 1859 y 68.

Doy este dato y de inmediato me reconozco como una molestia para todos los que me rodean.

La novela de Robertson Davies, por lo demás, no trata ni de erudición ni de nada semejante, y la recomiendo amplísimamente, por entretenida, conmovedora y sabia.

El quinto en discordia, de Robertson Davies. Título original en inglés: Fifth Business. Cito de la traducción al español de Natalia Cervera de la Torre, publicada por Ediciones del asteroide.